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Solo, una historia de Star Wars que muy pocos esperaban

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 8 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 2 jul 2021

Desde aquel ya lejano 2012 en el que Disney anunció la compra de Lucasfilms y la subsecuente continuación de la saga de Star Wars en el cine, todo fue un no parar ni para ir al baño. No solo anunciaron una nueva trilogía que funcionaría como secuela de la original (que era, básicamente, lo que todos los fanáticos esperábamos) sino que, además, anunciaron una antología de películas que funcionarían como spin-offs y que se centrarían en personajes o conflictos específicos.


En un primer momento, esto trajo muchísima aceptación por parte del público consumidor, ya que podían profundizarse temas que en los episodios principales de la saga no se habían desarrollado completamente. Así lo demostró Rogue One, la primera de esta pseudo-franquicia que se centró en el robo de los planos de la Estrella de la Muerte, conectando directamente con el principio del Episodio IV y cerrando varios agujeros argumentales que la anteriormente mencionada presentó. Este título fue un exitazo a dos manos, hoy en día considerada como una de las mejores entregas de toda la saga, y no es para menos.



El segundo título que se presentó para esta antología, es que el que nos ocupa en este artículo. Solo, título oficial de la película, pretende contar los orígenes de quien su humilde redactor considera el segundo mejor personaje de toda la saga: Han Solo (no me jodan, no hace falta decir quién es el primero). Solo es muy buena no solo para los fans de siempre, sino que funciona perfectamente para quien nunca vio ni conoce absolutamente nada de Star Wars. Me explico, es una historia de origen que se centra sobre un solo personaje, por lo que no recupera ninguna trama anterior ni nada por el estilo (obviamente está llena de referencias para los conocedores, y algunas son una delicia).


La trama se centra en Han, un chico que está todavía muy lejos de ser el personaje que todos conocemos, aunque empezamos a ver los primeros pasos que en un futuro lo llevarán a volverse el contrabandista más famoso de toda la galaxia. En la película vemos que el personaje no siempre tuvo esta personalidad de fanfarrón totalmente agrandado de la saga clásica, sino que esta faceta empieza a dibujarse de a poco conforme avanzan los minutos y es más que interesante ver las causas de este cambio. Además, nos enteramos cómo y por qué se gana el apodo de Solo, que en años posteriores llevará como apellido.


El punto más alto de la historia es el primer contacto del protagonista con los personajes que ya todos conocemos. El inicio de la inquebrantable amistad entre Han Solo y Chewbacca es, sinceramente, uno de los mejores momentos que tuve el placer de ver en una película de Star Wars. Esto sin contar que Chewbacca se roba la película en cada fotograma que aparece, sin duda una de las mejores interpretaciones del personaje por lejos. También vemos a Lando Calrissian y entendemos mucho mejor su relación con el protagonista, que en la saga clásica era medio “ambigua”, si se quiere. Y, dejando lo mejor para el final, la primera vez de Han y Chewie dentro del Halcón Milenario junto con el primer salto al híper-espacio a la velocidad de la luz es sencillamente IMPRESIONANTE.



Obviamente, no todo es color de rosa y la película también tiene ciertos aspectos que no terminaron de cerrar del todo. Los personajes nuevos, por ejemplo, no llegan a interesar en prácticamente ningún momento. La película se centra tanto en el joven Solo que casi se olvida de los personajes nuevos, que no aportan mucho a la historia más que como conocidos del personaje o, incluso, su interés amoroso. Este punto no se termina de plantear del todo bien, ya que todos conocemos que Han Solo es un mujeriego gigante y al no desarrollar demasiado a Qi’Ra (que, todo sea dicho, Emilia Clarke está buenísima en este papel, je) no se llega a profundizar demasiado en esta faceta del personaje. Mención aparte merece Beckett, una especie de “mentor” del protagonista interpretado por Woody Harrelson, personaje que me encantó y me gustaría volver a ver en otra entrega de la franquicia.


El segundo punto negativo (y, posiblemente, el más difícil de tragar) es, sin duda, el nuevo actor que interpreta al personaje principal. No me malinterpreten, no estoy diciendo que Alden Ehrenreich haga un mal trabajo, al contrario, hace un papel más que correcto, pero no es Harrison Ford. Por más que duela aceptarlo, Harrison Ford ES Han Solo, no hay vuelta que darle ni excusa que valga. Cuesta mucho ver a otro actor interpretando a este personaje y no hay nada que se pueda hacer al respecto para solucionar esta cuestión.


La película, como tal, no logra aportar nada nuevo al universo de Star Wars, por lo que no esperen ver algo totalmente distinto al resto de la saga. Si logra experimentar y exprimir el objetivo de esta serie antológica, que es el de jugar con otros géneros cinematográficos dentro del universo galáctico. Si Rogue One logró presentarnos una historia de género bélico que podría competir con cualquier cinta de guerra por fuera de la ciencia ficción espacial, Solo hace lo propio con el western. Es una película muy a lo “space cowboys” (y es que el personaje no se prestaba para otra cosa) llena de pistolas, caballos, alcohol, motines y asaltos a trenes en movimiento. Una joyita sin duda.


Cabe destacar que la historia termina con un final muy abierto, y el personaje todavía no logra convertirse en él Han Solo de toda la vida, por lo que todo da a entender que podría haber una secuela de este spin-off o, incluso, una trilogía completa basada en el personaje. Eso, obviamente, si el porrazo que se pegó en ventas no lleva a Disney a replantearse seguir produciendo películas antológicas, claro está.



La película tuvo bastante mala suerte en taquilla, recaudando $391 millones. Esto, a día de hoy, la pone como la película menos taquillera de toda la franquicia. El tema es que esto no quiere decir que la película sea mala, que, al contrario, no lo es, sino que viene de la mano con la sobreexplotación de Star Wars que se está realizando por parte de Disney.


Hasta suena lógico que el público se canse de ver tanto de la guerra de las galaxias en el cine. The Force Awakens estrenó en el 2015, Rogue One en el 2016, The Last Jedi en el 2017 y Solo en mayo del 2018, cuando todavía no habían pasado ni 6 meses del estreno del Episodio VIII. Obviamente que esto lleva a una saturación de mercado y en algún momento el público se va a cansar de “siempre lo mismo”. Por eso la fórmula de Lucas con la saga original funcionó tan bien, porque cada película se estrenaba con un lapso de tres años de diferencia, lo que hacía levantar expectativas y ganas por parte de la gente. Ahora parece que es lo contrario, tenemos demasiado Star Wars y poca novedad.



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