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Mortal Kombat rompe la regla que no se puede ser fiel al material de origen

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 10 ago 2021
  • 5 Min. de lectura

Estoy teniendo sentimientos encontrados respecto de la película que analizaremos en este artículo. Por un lado, siento una bocanada de aire fresco y agradezco que hayamos llegado hasta este punto. Por otro, entiendo que este no es el camino a seguir, y me duele que posiblemente, de acá a futuro, nada sea lo mismo que lo que tenemos enfrente hoy en día.


Por supuesto, comprendo que no tengan ni idea de lo que escribí en el párrafo de arriba, así que permítanme explicarme. Hablemos de Mortal Kombat.



Estamos acostumbrados, dentro de la industria audiovisual cuando se trata de adaptaciones de videojuegos, a que se pase por alto mucho del trasfondo del juego para traer una historia nueva que trate de calar con audiencias mayores, que es probable que nunca hayan tocado el jueguito del cual están viendo la peli.


Mortal Kombat no fue ajeno a esta temática, y a mediados de los ’90 tuvimos dos entregas cinematográficas (la primera muy buena, la segunda muy mala) que no terminaron de pegar con el público de la época, quizás porque la franquicia contaba solo con tres juegos y no estaba explotada de la forma en la que lo está hoy en día.


Estrenada el pasado mes de abril, Mortal Kombat abrió las puertas de una nueva franquicia que estamos seguros que van a reventar hasta no poder más, y es que seamos honestos, potencial es lo que le sobra.


Dirigida por un desconocido Simon McQuoid (siendo la primer película que dirige), Mortal Kombat es una caricia a todos aquellos fans que disfrutamos de la saga en nuestra infancia, ya que recupera el espíritu de las primeras entregas de la franquicia y la explota de la mejor manera posible, dejando la puerta abierta a muchas, pero MUCHAS, posibles secuelas.



La historia va a situarse antes del primer juego. Si, leyeron bien. ANTES. Esta no va a ser una adaptación al pie de la letra ni mucho menos, ya que se va a tomar licencias respetando un montón de conceptos que nunca creímos poder ver en la pantalla grande.


Muchos años atrás, los clanes ninja Lin Kuei y Shirai Ryu están en guerra constante, y un evento desafortunado termina en una batalla encarnizada entre Bi-Han y Hanzo Hasashi, representantes cabecillas de ambos clanes. Quienes conozcan un poco del trasfondo de los juegos, ya debe haber cazado por donde vienen los tiros. Tras la muerte de Hanzo a manos de Bi-Han y sus habilidades sobrenaturales de hielo, este firma un pacto con el diablo y es arrastrado al infierno, dando inicio a la eterna rivalidad entre Scorpion y Sub-Zero.


Esto me parece importante remarcarlo, ya que no sólo es la columna vertebral de la historia, sino que sirve para presentarnos al protagonista de esta cinta, un nuevo personaje descendiente del linaje Hasashi llamado Cole Young. Una jugada arriesgada, seamos honestos.



Cole tiene una marca de nacimiento, como un tatuaje impregnado en la piel, que es nada más ni nada menos que el clásico dragón característico de la saga. Al parecer, esta marca es una “Arcana” (un concepto totalmente nuevo que, sí, cambia bastante el misticismo de la franquicia original), que se interpreta como una invitación al torneo Mortal Kombat. Todos aquellos que la posean, tienen la posibilidad de, entrenamiento mediante, conseguir habilidades especiales y participar en el torneo de artes marciales más grande del mundo, defendiendo a la Tierra de ser invadida por las fuerzas del Mundo Exterior.


Averiguar esto va a permitirle a Cole encontrarse con otros elegidos para participar del torneo e, incluso, codearse piñas de por medio con los enemigos que tratan de impedir que haya participantes vivos al momento de dar inicio a la competencia.


Acá conocemos a personajes clásicos como Liu Kang, Kung Lao, Sonya Blade, Jax Briggs y Raiden. Por otro lado, las fuerzas del Mundo Exterior, comandadas por Shang Tsung, tienen entre sus fuerzas a Kano, Reptile, Mileena, Kabal, Reiko, Nitara, Goro y, por supuesto, Sub-Zero.


Si hay algo para lo cual quitarse el sombrero en esta producción es en la tremenda caracterización de los personajes, tanto en vestuario como en personalidad. Todos parecen calcados de los juegos y lo mejor de todo es que visualmente es espectacular.



Otro punto a destacar es el nivel de violencia gráfica mostrado en pantalla. Si algo se le criticó a las anteriores entregas, fue la censura y lo suavizados que estaban los combates a comparación de su contraparte videojueguil. Acá no. En esta película vemos desmembramientos, tripas volando, cuerpos explotando, y un montón de cosas que no sé si realmente sean para todos los públicos, Todo bajo una representación de movimientos y fatalitys propio de los fichines. Un diez a nivel técnico y en este sentido es para levantarse de la butaca y aplaudir.


Ahora, cuando digo que no es para todos los públicos quizás inconscientemente quiera abarcar un poco más que solo el contenido gráfico, y acá es cuando digo que no se realmente si pueda funcionar algo así de cara a futuro.


Primero y principal tenemos que entender que esta película está pensada para que la disfruten quienes disfrutaron de los juegos en su momento, y en este sentido encontramos muchos conceptos que se dan como por sentados o información omitida que se considera redundante. Pero… ¿Realmente lo es?



La película comienza muy de golpe y con toda la carne al asador ya de entrada. No tenemos explicación alguna de cómo funcionan los clanes ninja, ni de por qué o cómo es que existen mundos diferentes, o cuáles son las verdaderas intenciones de los villanos. Tampoco tenemos demasiada profundidad en los personajes ni conocemos sus motivaciones ni nada por el estilo.


Obviamente, quienes conocemos todos estos datos de pasar horas y horas pegados al tele con el joystick en la mano, agradecemos que la película no se alargue innecesariamente en explicar todo esto y vaya directamente a lo que queremos ver: Piñas y tripas por todos lados.



Ahora bien, tenemos que recordar que estamos hablando de una película y no de un videojuego. En este sentido, es lógico pensar que la gran mayoría del público no haya jugado nunca ni conozca la historia de antemano, por lo que puede quedarse bastante afuera de la experiencia y, por decirlo en criollo, no entender un joraca.


Me pareció una decisión extraña, ya que se apostó de golpe por hacer una película de nicho cuando se podría haber llevado al mainstream más directo y, por razones obvias, recaudar mucha pero mucha más guita.


Veremos qué pasa más adelante, ya que por supuesto queda la puerta abierta para una segunda parte que traerá a cierto personaje que quedó pendiente en esta y que, sin lugar a dudas, extrañamos una banda.


Lo que sí me queda a deber, es el desperdicio de ciertos personajes que no terminaron de explotar todo lo que hubieran podido. Aunque, bueno, dos párrafos más arriba aplaudí las muertes y la violencia, y es obvio que este último punto nunca hubiera podido cumplirse sin que haya personajes que ejecuten estas muertes y otros quienes las padezcan.


Esto no es un videojuego, acá si un personaje se muere, se muere de verdad. Esto es, de verdad, un Combate Mortal.



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