Flash Gordon, una película con mucha personalidad
- Juani Fissore
- 17 ago 2021
- 3 Min. de lectura
Y sí. De alguna manera (guiño-guiño) se podría decir que estamos dando el puntapié inicial para una nueva sección. Porque, al menos, esta nueva aproximación puede llegar a abrir el debate en esa tan polémica -y querida- categoría de peli tan mala que es buena.
Sin embargo, si hay algo bueno para las películas que suelen caer en esta categoría es que, en muchos casos, el propio paso del tiempo les termina otorgando el lugar que merecen. Es así como van surgiendo esos clásicos de culto de los que, como ya dijimos una y mil veces, somos fanáticos. Vaya definición.

Vamos a las claras: ¿es Flash Gordon una mala película? En absoluto.
Si vamos al caso, teniendo en cuenta el año en que se estrenó, puede ser que Flash Gordon haya quedado desfasada incluso para ese tiempo, contando con otras producciones de corte superheroico/aventurero como Superman o Star Wars, y hasta -casi- llegar a competir palo a palo con la secuela de ésta, El Imperio Contraataca, por lo que no es de extrañar que en su momento haya pasado casi sin pena ni gloria.
Le duela a quien le duela, hay que decir que no envejeció demasiado bien, ya sea en materia de narratividad o efectos especiales, por lo que, sobre todo, palidece ante sus congéneres antes mencionados.

Flash Gordon termina pareciendo una película de otro tiempo. Una película de ciencia ficción de las de antes, pero de las de antes-antes. Cosa que es, paradójicamente. Pero aún para su época resulta un tanto avejentada por momentos. Algo alimentado, en parte, por la dirección estética tan particular que tomó la producción. Más allá de resultar ciertamente desfasados, es innegable el trabajo tan espectacular que se hizo en la construcción de sets y demás decorados. Los colores saturados, algún toque de steampunk aquí y allá, la representación de los distintos mundos que visita Flash... Y tiene un par de escenas que te vuelan la peluca, como el asalto final de los hombres halcón. Uff… Una joyita por donde se la mire. Prácticamente una historieta en movimiento, una verdadera oda a la edad de oro de los cómics.

Cuenta con un ritmo general de la historia muy bien manejado (tal vez apresurado en algunos puntos) pero correcto al fin. No se va por las ramas y mantiene el foco en lo que quiere contar. Los personajes pueden resultar algo planos si seguimos el estándar de cine actual, pero cumplen perfectamente su papel. Sam J. Jones como Flash Gordon da bastante el pego y transmite cierto carisma. Pero si de personajes carismáticos hablamos, por ahí andan Ming el Despiadado, interpretado por el gran Max von Sydow; el príncipe Vultan, encarnado por Brian Blessed y el doctor Hans Zarkov, en manos de Chaim Topol. Todos ellos se roban cada escena en la que aparecen. Particularmente von Sydow en su papel del tirano Ming, del cual al toque te das cuenta de su personalidad, y Blessed se queda con muchos de los momentos más recordados de la cinta.

Y si hablamos de elementos más recordados, y por lo que seguramente Flash Gordon ha pasado automáticamente a la historia, es su excelente banda sonora, que contó con la genial participación de Queen. Flash ah aaaaahhhhh…

Como bien dice el título de este artículo, y a riesgo de caer en una repetición innecesaria, Flash Gordon es, sin dudas, una película con mucha personalidad. Una historia simple llevada adelante de manera elegante y, sobre todo, divertida. Una aventura relajada, que no se toma en serio a sí misma pero que a su vez tiene esa dosis necesaria de epicidad.
Ideal para esas tarde-noche de domingo.
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