Análisis retrospectivo sobre Star Trek, la primera propuesta friki de la televisión americana
- Juani Fissore
- 28 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul 2021
¿Existirá alguna persona que no conozca Star Trek? La respuesta es no. Ya sea que la hayas visto o que la conozcas de nombre, es casi seguro que por lo menos escuchaste hablar de ella.
Star Trek fue una serie estrenada en 1966, y se transmitió durante tres temporadas hasta ser cancelada en 1969. Fue un producto de muy bajo presupuesto y sin demasiadas pretensiones, pero que, para sorpresa de todos, se volvió uno de los fenómenos culturales más importantes de la industria audiovisual, derivando en una franquicia que, a día de hoy, cuenta con 8 series de televisión y 13 películas. Lastimosamente, la serie no llegó a pegar demasiado en Latinoamérica, posiblemente debido a que su transmisión llegó bastante tiempo después de su final en Estados Unidos, viéndose totalmente eclipsada por Star Wars.

Pese a la creencia popular de que Star Trek es una “copia cutre y barata” de la galaxia muy lejana de George Lucas, lo cierto es que la serie se estrenó 13 años antes de la llegada de la primera entrega de las aventuras del joven Luke Skywalker y, además, adoptó varios conceptos de la misma. Aunque para gustos colores, ya que no estamos comparando ambas franquicias, ni mucho menos.
La historia nos sitúa en el año 2260, y gira en torno a las aventuras de la nave de exploración USS Enterprise NCC-1701, perteneciente a la Flota Estelar de la Federación Unida de Planetas. El avance tecnológico alcanzado en este “posible futuro” permitió que los seres humanos sean capaces de salir a explorar el espacio con el objetivo de descubrir nuevas civilizaciones y culturas, de manera de adquirir conocimiento que pueda ser utilizado científicamente en beneficio de la humanidad, sin interferir de ninguna manera con las políticas y/o ideologías del planeta visitado.

La Enterprise es comandada por el Capitán James T. Kirk, el protagonista indiscutido y uno de los personajes más querido de la franquicia. Sin quitar importancia al resto, Kirk está acompañado por una galería de personajes de lo más llamativa. Tenemos a la teniente Uhura, la responsable de las telecomunicaciones, al Ingeniero Montgomery Scott, quien opera el transportador y se encarga de los circuitos siempre que hay una falla, y al dúo formado por Sulu y Chekov, los pilotos de la nave. Aunque sin duda alguna los personajes que merecen mayor atención son Leonard “Bones” McCoy, el jefe de medicina, y el Sr. Spock, primer oficial y segundo al mando.
Es lógico pensar que estos personajes no son los únicos, ya que dentro de la Enterprise trabajan más de 400 tripulantes, pero estos son los principales, viéndose el resto relegados a simplemente servir para morir en el episodio de turno.

Hablar de los personajes requiere tener en consideración el contexto histórico en el que esta serie se estrenó. Estamos hablando de mediados de los ’60, una época en la que el racismo y la cosificación de la mujer eran algo de todos los días. En este sentido, la serie fue totalmente transgresora, mostrándonos personajes de diferentes nacionalidades trabajando juntos, sin ninguna diferencia entre ellos salvo el rango y el puesto que ocupan dentro de la nave.
Los únicos americanos son Kirk -como, lamentablemente, no podía ser de otra manera-, y McCoy. Scott es inglés, Sulu viene de Corea y Chekov de Rusia. Aunque quien más dio que hablar fue Uhura, debido a su sexo y a su nacionalidad africana. Sí, como lo leen, había una MUJER NEGRA al mismo nivel que un estadounidense en plena década hippie. Este punto demuestra lo adelantadísima que estaba Star Trek a su tiempo.
El Sr. Spock, sin embargo, es el personaje más complejo. Es un extraterrestre proveniente del planeta Vulcano, perteneciendo a una especie mucho más avanzada que el ser humano promedio y que se rige únicamente mediante la lógica, careciendo totalmente de emociones.

Además de funcionar perfectamente como compañero al contradecir constantemente con McCoy, cuyas motivaciones suelen estar llevadas desde la amistad y el compañerismo, sentimentalismos que Spock no logra comprender. Este punto es importante, ya que a lo largo de la serie el personaje va evolucionando y volviéndose cada vez más humano, lo que le genera grandes conflictos internos.
Este término, “conflicto”, es importante a la hora de analizar Star Trek. Cualquiera pensaría que, al tratarse de un producto de ciencia ficción desarrollada en el espacio, sería una serie repleta de acción y efectos especiales. Nada más alejado de la realidad. Estamos hablando de una historia muy lenta, repleta de diálogos inteligentes y bastante difíciles de seguir sino se le presta atención. Los conflictos suelen ser más diplomáticos y resolverse a base de debates. Si bien, obviamente, sí cuenta con escenas de acción, el foco no está puesto acá. Y esto último es de agradecer, debido a que el bajo presupuesto y los estándares de la época hacen que las escenas de lucha y las batallas galácticas, vistas hoy en día, sean un delirio disparatado que roza lo bizarro. A pesar de todo, la serie logró presentar villanos que todavía siguen siendo recordados como lo mejor que ofreció la ciencia ficción estadounidense, como pueden ser los Klingons o los Romulanos.

Actualmente, la propuesta televisiva es tan amplia como espectacular, por lo que es lógico pensar que esta serie haya quedado totalmente desfasada y no sea disfrutable por todo el mundo, más teniendo en cuenta la escasa acción, el ritmo excesivamente lento de la historia y el hecho de que sea una propuesta centrada en episodios autoconclusivos. Ya en esa misma época hubo detractores que la catalogaban como lo que posiblemente si sea, una serie aburrida pero inteligente.
A pesar de todo, no deja de ser la primera piedra en impactar de lleno en el vidrio de la cultura geek, destrozándolo por completo y presentando uno de los primeros ejemplos de lo que hoy consideramos “cultura friki”. Sin duda, la huella de Star Trek puede estar medio tapada por el polvo del tiempo, pero no importa cuantos años pasen, es una marca que nunca desaparecerá.
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