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Retrospectiva a Bloodsport: un clásico del cine de artes marciales

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 18 may 2021
  • 3 Min. de lectura

Bloodsport (también conocida como Contacto sangriento o El gran dragón blanco) es una película de acción y artes marciales de 1988 dirigida por Newt Arnold y protagonizada por Jean-Claude Van Damme en el rol de Frank Dux, un soldado/luchador del ejército estadounidense que participa en un torneo ilegal de artes marciales en Hong Kong.



Un dato curioso es que la cinta es en parte ficción y en parte está basada en una historia real, tomando como inspiración la vida del propio Dux, aunque algunos de los hechos que narra (y otros que se atribuye el artista marcial) han sido puestos en duda. Más allá de la polémica en que se vio envuelta, sin duda vale la pena echarle un vistazo.


La peli cuenta con un ritmo más bien vertiginoso: va directo al grano o, en este caso -y nunca mejor dicho, quizás- a los bifes. Tiene en claro su objetivo, no pierde tiempo en presentarnos personajes que no vienen al caso ni abrir subtramas más allá de lo justo y necesario. En este sentido, también se le puede achacar el escaso o casi nulo desarrollo de personajes que, dependiendo como se mire, puede tener una connotación positiva o negativa. En primera instancia, porque Bloodsport parece tener bien definido el público a quien va dirigida, y lo ya dicho, no se pone a dar vueltas en cuestiones que no ayudan a la historia. Algo que, para el estándar de cine actual, parece haber quedado desfasado completamente. Pero se cae de maduro que si vas a ver una peli de artes marciales no podés esperar una trama hiper rebuscada con giros y dramas existenciales. No señor. Hora y media de piñas y patadas como Dios manda.



El soundtrack, dicho sea de paso, es correcto en la mayoría de los casos, siendo casi imperceptible por momentos (lo que habla bien de la puesta en escena en general). Transpira esa esencia ochentera por todos lados, y hay una o dos pistas que directamente quedan resonando en la cabeza.


Si vamos al caso, Bloodsport es una película que brilla más bien por el carisma de sus personajes y por la espectacularidad de los combates mostrados en pantalla que por la historia en sí. Puede que incluso se haya sobredimensionado hasta cierto punto, más que nada por ser el primer papel protagónico de Van Damme que, nobleza obliga, lo hace sencillamente genial.



Justamente hace gala de combates y escenas de acción excelentemente coreografiadas que no dependen de demasiados cortes para dar la sensación de velocidad. Sí puede ser que la mayoría resultara incluso demasiado rápida (al punto de que hay combates que terminan en segundos), pero, una vez más, considero que es en pro de la historia, ya que desde este modo nos va llevando con pequeñas degustaciones para rematar con toda la espectacularidad de las peleas principales. Algo a destacar es la pluralidad de estilos que se muestran a lo largo de la cinta, ejemplificado perfectamente con la escena inicial, y que pueden ir desde los más clásicos hasta algunos más extravagantes como el gaucho que peleaba imitando los movimientos de un animal. También nos dejó movimientos totalmente icónicos como la “patada helicóptero” de Van Damme o los splits que, como bien dijo Ray Jackson (Donald Gibb), me duele sólo de verlos. Ni hablar del que remata con un golpe medio a traición a los que te dije…


El villano, el letal Chong Li -interpretado por Bolo Yeung- es, a mi parecer, la encarnación definitiva del antagonista en una peli de artes marciales. Impone física y psicológicamente desde el momento en que aparece en escena, y no necesitó de mucho para terminar de constituirse como tal. Tan sólo unas pocas líneas de diálogo (memorables) y, sobre todo, sus ACCIONES, fue todo lo que dispuso para convertirse en uno de los mayores antagonistas del cine de acción, sino el más icónico; con esas tremendas expresiones faciales deformadas de furia, marca registrada del actor.



Es innegable la aportación de Bloodsport en la cultura popular. No sólo catapultó a la fama al mismo Van Damme, también resucitó la carrera de una leyenda olvidada en ese momento como Bolo Yeung, y sirvió de inspiración tanto para otras producciones de la industria cinematográfica (revitalizando el género de acción una vez más, y más concretamente el de artes marciales que, para esa altura -1988- venía de capa caída) como para algunas personas en general, que se agolpaban en gimnasios y clubes buscando replicar el físico de los personajes y aprender sus estilos de lucha. Resulta obvio, además, que contribuyó de sobremanera al mundo de los videojuegos, ya que sagas icónicas como Street Fighter o Mortal Kombat parecen haber bebido algo de su esencia. En fin, peli más que recomendada para todo fan del cine de acción.


Ah, y también nos dejó unos cuantos memes que la rompen toda.



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