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Mobile Suit Gundam, el principio de todo lo que tenemos hoy

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 8 abr 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2021

El animé no siempre fue como lo conocemos hoy en día. En un primer momento, se limitaba únicamente al público infantil japonés y casi nadie conocía el termino fuera del país del sol naciente. Esto quedaba reflejado en títulos como Speed Racer, Doraemon o Mazinger Z (considerado como el primer animé mecha de todos los tiempos). Fue este último quien daría el primer paso para el gran cambio, ya que era una de las series favoritas de Yoshiyuki Tomino, un animador que siempre creyó que el género podía aspirar a algo más que simple entretenimiento infantil. Inspirado por el concepto del mecha (y, por ende, de Mazinger Z), imaginó una historia que pudiera funcionar como metáfora del terror que desprende la guerra, con un tono muy (pero MUY) adulto. Producido por Sunrise, Mobile Suit Gundam estrenó en 1979 con un total de 43 episodios que no fueron muy bien recibidos en su momento debido a la crudeza de las imágenes mostradas en pantalla, ya que el público relacionaba la animación con “series para chicos”. Sea como fuere, a lo largo del tiempo este título fue adquiriendo cada vez más seguidores hasta convertirse en un fenómeno cultural japonés que a día de doy cuenta con 21 series de televisión, seis películas animadas y una live-action. Pero esto es para otro artículo, de momento centrémonos en la obra original.



La historia está ubicada en un futuro lejano, concretamente en el año 0079 del Universal Century. Debido a la sobrepoblación mundial, y gracias al increíble avance tecnológico de la época, miles de familias fueron abandonando la tierra para vivir dentro de colonias espaciales que rodean el planeta. A partir de este punto es cuando el calendario empieza a ser conocido como Siglo Universal (Universal Century). El animé comienza, lógicamente, 79 años después de este hecho. Todo el conglomerado humano (tanto terrestre como espacial) es gobernado políticamente por la Federación de la Tierra. Un pequeño conglomerado de gente dentro de estas colonias comienza a rebelarse contra la Federación, que los acusaban de fascistas opresores, y forman su propia entidad política conocida como el Principado de Zeon. Acá arranca la historia y de esto es de lo que trata, la guerra por el poder político entre la Federación y Zeon. Este es un punto fuertísimo de la serie, ya que la serie juega mucho con la moral de los personajes sobre lo que es correcto y lo que no, marcando una línea muy delgada y muy fácil de cruzar. Por este motivo es que el concepto de la guerra está tan bien plasmado. No existen buenos y malos, solo dos facciones políticas con ideales propios que pelean por lo que cada una cree correcto.


Recordemos que, a pesar de tocar temas sensibles y profundizar en extremo sobre ellos (a saber, la corrupción política, las consecuencias de tener poder sobre los demás y la maduración moral que depara en la evolución del ser humano como una persona mejor), no debemos olvidar que estamos hablando de una historia de ciencia ficción que funda los cimientos de un universo increíblemente grande en el que todo está perfectamente cuidado y hasta el más mínimo detalle fue pensado con total detenimiento, por lo que no vamos a meternos demasiado en esto debido a que tendríamos que sacar a relucir una cantidad exagerada de explicaciones científicas que se construyen dentro de la serie y justifican por qué pasa lo que pasa y eso sería extendernos en demasía y no le veo sentido alguno.


Además, hay que tener en cuenta que estamos hablando de un seinen puro y duro, por lo que no esperen encontrar los típicos power-ups o los plot devices típicos de los shounen (y más concretamente de los mechas posteriores) porque acá no hay nada de eso. Los mobile-suit (término con el que se conoce a los robots en esta franquicia) de la serie solo son herramientas de guerra, no hay elementos exageradamente fantásticos en su diseño y construcción, y todos presentan sus ventajas y desventajas. Lo que sí se desarrolla (y por esto la explicación del universo dada anteriormente), es el concepto de Newtype. Se dice que existen personas en el mundo que tienen un gen extra, a diferencia del humano promedio. Este tipo de individuo es conocido como Newtype, y demuestra un desarrollo superior de los cinco sentidos.



Uno de los grandes problemas de la serie es el ritmo narrativo que trabaja a medida que avanzan los capítulos, debido a que la historia arrancar espectacularmente bien y empieza a desinflarse llegando a la mitad, volviéndose bastante lenta y “cansadora”, por decirlo de alguna manera. Llega un punto en el que varios capítulos son similares en estructura: Se sale a explorar al espacio, se encuentran con el enemigo y comienza la batalla. El capítulo siguiente es igual, el otro también, el que sigue lo mismo hasta que pasa algo que hace avanzar la trama. Obviamente que estamos hablando de una historia de guerra y eso es exactamente lo que la serie nos muestra, además que con cada batalla los personajes se van desarrollando cada vez más. Pero bueno, supongo que podrían haberse ahorrado algunas batallas en favor del ritmo narrativo, o que estén un poco más espaciadas una de la otra. Por demás está decir que esto se arregla llegando al final, el cual es EXCELENTE y es toda una clase maestra sobre como finalizar una historia de la mejor manera posible, dándole un sentido a absolutamente todo lo que se vio anteriormente y no dejando ningún cabo suelto.


El punto más fuerte de la serie son sus personajes, todos construidos meticulosamente y de a poco. El lado más interesante es, hasta cierto punto (y digo hasta cierto punto porque ambos bandos sin riquísimos en personajes), el de la Federación de la Tierra. Son personajes que no se conocen de nada y que se ven en el medio de un conflicto bélico a gran escala y que tienen que colaborar entre sí para poder sobrevivir. Como las relaciones entre ellos se van construyendo y a la vez modificando a medida que avanza la historia es algo bellísimo de ver. Todos los personajes van evolucionando a lo largo de la serie, tanto de un bando como de otro. Podríamos hablar de muchos de ellos, pero para no hacerla tan larga nos vamos a detener únicamente en dos.


Por un lado, tenemos a Amuro Ray, el protagonista de la serie. Es un chico aparentemente normal, amante de la tecnología quien, de un momento para otro, se ve obligado a pilotear, le guste o no, el Gundam, el nuevo modelo de mobile-suit de la Federación. A partir de acá Amuro va a tener que aprender de manera forzosa a ser un piloto del ejercito de la tierra y dar lo mejor para no morir en la guerra contra Zeon. Ah, porque esto no lo dije: Acá no hay “super-hombres” como en la gran mayoría de animes. En esta serie los personajes mueren, y de verdad. Son personas como cualquiera de nosotros, lo que le da un realismo oscuro y muy crudo a la trama.



Por otra parte, tenemos al principal antagonista, Char Aznable, mi personaje favorito. Desde el primer momento se siente como un rival, pero no como un villano. Es otra persona que tiene una ideología diferente a la del protagonista, nada más. En cierta medida, el espectador llega a respetarlo y a entender sus ideales, de ahí la caracterización tan brutal de esta serie que no nos da a elegir entre buenos o malos, blanco o negro, sino que todos están en el medio de una gama de grises difícil de separar. Incluso, en cierta medida se lo siente mucho más heroico a él que al mismo Amuro. Este tipo de personajes eran algo nuevo en el animé para ese momento. No existían planes para destruir el mundo o para dominarlo. Los adversarios tenían solo un ideal, una ideología que los motivaba a sufrir los traumas y las consecuencias de la guerra, en definitiva, a morir por el sueño de un mundo mejor.



Ahora bien, pasando a la parte técnica es cuando nos encontramos los mayores problemas. Estamos hablando de una animé de finales de los ’70, por lo que, vista con ojos actuales, puede parecer muy arcaica. La animación es muy difícil de ver, y todavía más difícil de lograr engancharte y poner el siguiente capítulo una vez que termina el primero. Obviamente que en esa época era lo mejor que había, incluso ganó el premio a mejor animación en la edición del ’79 de la Tokio Awards. Por lógica, esto fue hace mucho y el impresionante avance tecnológico del medio y la insuperable calidad de la animación actual hacen muy difícil ver esta serie y disfrutarla como si se lo hubiera hecho en su momento. Desde mi experiencia personal, me costó un poco al principio, pero como me atrapó el argumento seguí viéndola y al llegar más o menos al sexto o séptimo capítulo me acostumbré a la animación. Pero eso ya va por cada uno, para gustos colores. La banda sonora está bien. No es nada muy espectacular que digamos, pero si lo que uno se esperaría de una serie de aquella época y con esta temática, por lo que cumple bastante bien con las exigencias del espectador.


En definitiva, una serie espectacular que revolucionó el animé y lo llevó hacia límites insospechados. Cambió totalmente la forma de narrar historias animadas, además de traer seriedad, oscuridad y realismo a un medio creado específicamente para los más pequeños. Obviamente que no es para todos, y esto recae en su animación y a quien sea medio sensible con historias crudas. Desde mi parte, la recomiendo totalmente. Es el mejor seinen y uno de los mejores animé, en general, que vi en mi vida.



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