Entrevista exclusiva con Eduardo Risso
- Juani Fissore
- 8 abr 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul 2021
Eduardo Risso es uno de los dibujantes de historietas más importantes de Argentina, siendo uno de los pocos que tuvo el privilegio de ser reconocido no sólo a nivel local, sino que sus obras más notables se publicaron trabajando con editoriales internacionales. Entre sus primeros trabajos, destaca la magistral Julio Cesar, con guion de Ricardo Ferrari, que se publicó en la Editorial Columba en 1981.

En 1987 presenta Parque Chas junto con Ricardo Barreiro, siendo la obra que le abre las puertas al mercado internacional, publicando ediciones en Norteamérica y posteriormente en casi todo el continente europeo. Junto con Barreiro también presentaría Caín al año siguiente, título que no gozó de la misma fama que su antecesor pero que, a día de hoy, sigue siendo un referente dentro del mercado nacional.
Su segundo trabajo que pisa fuerte es Fulú, con guion de Carlos Trillo, publicado también en 1988, que se vuelve un éxito de ventas en Europa, rompiendo récords en Italia y Alemania. El dúo Trillo-Risso también crearía Simón, Borderline, y Chicanos, todas con buena recepción, aunque sin pegar tan alto como Fulú.
A día de hoy, su obra más destacada es 100 Balas, título publicado en 1999 en conjunto con Brian Azzarello por la editorial estadounidense DC Comics, bajo el sello Vértigo, que duraría nada más ni nada menos que diez años.
Además, es notable su trabajo en DC Comics gracias a su interpretación de Batman en la inquebrantable Broken City, además de aportar sus lápices a guiones que no fueron tan populares pero que son sello de calidad gracias a su pasión por el dibujo. Cabe agregar que 100 Balas lo hizo ganador de cuatro premios Eisner (los Oscar de los cómics, los premios más prestigiosos de la industria de las viñetas), en 2001 a Mejor Historia Serializada, en conjunto con Brian Azzarello; en el 2002 por Mejor Artista; y en 2003 y 2004 por Mejor Serie Regular también con Azzarello.
Es de destacar que, en el año 2010, creó Crack Bang Boom, una de las convenciones de historietas más famosas de Argentina. Su grandeza viene de la mano con el gran calibre de artistas internacionales que todos los años llenan las salas del evento con sus conferencias, además de presentar un espacio para que artistas independientes puedan presentar sus trabajos al público, crecer y encaminarse hacia el profesionalismo.
Actualmente se encuentra, otra vez junto a Brian Azzarello, trabajando en Moonshine, una historia de gángsters ambientada en la época de Al Capone con un interesantísimo giro de tuerca que la envuelve dentro del género de terror. En nuestro país, se edita mediante Puro Cómic Ediciones, y su primer volumen ya se encuentra disponible.

Entrevista
¿Con qué fue lo primero que te encontraste, que quisiste dibujar?
-Me llevó a dibujar primero que era lector. Las primeras revistas me sorprendieron a los 5 años. Descubrí la revista en casa de un vecino, fue algo como que me sorprendió; de hecho, volvía a su casa todo el tiempo porque en mi casa no se consumían las historietas. La verdad que no puedo recordar lo primero que dibujé. Me atrapaba la lectura de las imágenes. Y eso me llevó después con el tiempo a querer dibujarlas. Quería hacer mis propios dibujos, pero siempre con la narración. Nunca me gustaba dibujar cositas sueltas, siempre era dibujar historieta. El western me gustaba pero me costaba más, y las de guerra me apasionaban.
En aquél entonces llegaba casi todo lo que se publicaba a nivel nacional. Por eso me cuesta hacer superhéroes. Yo descubrí el superhéroe de grande, nunca lo leí de chico.
¿Te gusta el género de superhéroes para trabajar?
-No, porque es como una telenovela. Vos sabés cómo empieza y cómo termina, lo que vale es el desarrollo. En realidad, lo que me gusta de una historia más allá del desarrollo en sí es no saber cómo va a terminar.
Por eso yo siempre digo que una buena historia tiene que tener un argumento muy sólido, para que el guionista pueda escribir fácilmente y para que el dibujante pueda narrar fácilmente. Después yo juego siempre con el rol de director de cine. Juego con la cámara, qué es lo que me motiva a mí mostrarles a los lectores. Ahora, si no tengo arco argumental que sostenga, es muy difícil llevar algo adelante solamente con un lindo dibujito, o que el guionista pueda hacer que eso crezca. Esto es retroalimentarse uno con otro, guionista y dibujante, enriquecer la historia pero con una base sólida detrás.

Se nota en 100 Balas…
-Nosotros con Azzarello conformamos un lindo equipo. Los 2 tenemos la misma idea de qué hacer con la historieta, no nos pisamos uno con otro, sino que la historia se vaya enriqueciendo porque uno sume junto con el otro. 100 Balas fue una historia muy larga por ejemplo, y en algún momento los guiones pueden caer. Esos son los desafíos que a mí me gusta asumir. Ahí es donde yo asumo cierto liderazgo y trato de ir un poquito más allá. Por eso siempre digo “esto es retroalimentarse”. El ritmo de página que maneja Azzarello es perfecto. Eso yo no lo cambio.
¿Cómo entraste en Columba?
-Fue la primera casa editorial que fui a golpear la puerta. Se ve que me vieron alguna aptitud y me mandaron como asistente de un dibujante. Estuve 6 meses, yo no me podía bancar con él porque ganaba nada, y no aprendía. Un día lo dejé, y empecé a hacer muestras otra vez. Ahí conocí a otro dibujante que había empezado hace poco, Pedrazzini. Como ambos teníamos necesidad de aprendizaje, empezamos a compartir mucho. Y después tuve la suerte también de que desde Columba nos mandaron a hacer un curso con Breccia. Ahí se conformó otro grupo muy bueno, fue un curso de 6 meses de mucho compartir, y eso me despegó.
¿Cómo llegaste a trabajar con Trillo?
-Me había ido de Columba. Me llama primero Barreiro, que quería hacer algo conmigo, aquí sale el famoso Parque Chas. Estando a fin de año en Leones, me llama por teléfono Trillo con un proyecto, que era Fulú.
¿Los personajes aparecen en función de la historia?
-A mí me gusta leer los guiones para interpretar los personajes. Eventualmente crecen en una página. cuando me dicen, tu Batman, mi Batman no es Batman, tiene la máscara, para mí se crea a partir de la historia, para ver cómo va a ser ese personaje, pero Batman ya está, es un ícono, es muy difícil que vos lo puedas modificar, porque aparte tenés una empresa atrás que quiere que le mantengas una línea. Muy distinto es cuando vos tenés tu propia historia que vos podés jugar con tus personajes, a mí lo que más me gusta es que vayan creciendo con la historia, y que vayan mutando si es posible.
¿Se podría hablar de un estilo propio tuyo para el dibujo?
-Yo creo que sí. Lo que pasa es que no me quiero quedar quieto. Hay 2 momentos en la vida: cuando uno empieza, que quiere lograr ese estilo, que lo identifique, para que la crítica, los lectores, las editoriales, lo reconozcan. Con el tiempo entendí que ese estilo se conforma con una línea, mancha, en el dibujo, una manera de narrar, una manera de enfocar, una manera de iluminar… bueno, todo.

¿Desafías tu zona de confort?
-Trato de hacerlo todo el tiempo. Me pregunto qué me está pasando últimamente que me gusta la página que hago, cosa que no me pasaba antes. Ahora me estoy conformando con lo que veo, y eso es peligroso. Lo primero que tiene que tener en mente un artista es su propio ojo crítico, saber ver lo que el resto no pueden ver. Si el dibujante lo ve, el editor lo va a ver, y ese es el primero filtro que hay que pasar. Si pasas ese primer filtro el resto ya está.
Si tuvieras que darle algún consejo a un nuevo dibujante, ¿cuál sería?
-Hoy, los jóvenes creen que esto tiene futuro y que nace todo y acá termina todo. Esto no es así. Es una herramienta más, un modo muy bueno para llegar a muchas partes que antes era más difícil, pero los editores quieren seguir viendo talento. Y esos talentos surgen únicamente trabajando muy duro, aprendiendo de bases sólidas. Hay que dibujar con trucos, tratando de que ese ojo crítico que uno mismo tiene no note estas falencias, hay que usar trucos para cubrir esos errores. Todo esto hace que uno vaya conformando su propio estilo, pero para eso se tiene que tener una buena base. Como experiencia personal, les puedo decir que no hay que quedarse en el pelotón. Si vos te quedas en el pelotón, cuando pasan la guadaña te cortan la cabeza. Si vos estás un poquito más arriba, si te hiciste un nombre o una reputación, te lastiman los pies, pero seguís vivo.
Ante esta negativa sobre los superhéroes, ¿cómo terminaste trabajando en ellos?
-Fuimos con otros 7 artistas locales en 1995 a la San Diego Comic-Con. Fuimos cada uno con su carpeta, y a los dos meses me llega una convocatoria de Dark Horse, que decía que les había gustado mi carpeta con mis muestras, y que querían tenerme en cuenta para la adaptación al cómic de Alien: Resurrección. Me vino fantástico porque estaba sin laburo, yo venía desde hacía un año y medio sin laburar. Me había comido los ahorros, estaba endeudadísimo y tenía tres hijos. Había viajado a Italia y me había comido un portazo, como con Columba. Igualmente, a la par de Italía, seguí mandando muestras al resto de editoriales. A los seis meses me llega una carta firmada por los ejecutivos de DC que decía muy educadamente que no querían trabajar conmigo. Obvio que no me quedé con eso. Me endeudé, pedí plata prestada y compré el pasaje. Me fui para San Diego y así surgió, terminé entrando en Dark Horse.
¿Cómo surge la idea de impulsar un evento como Crack Bang Boom?
-Para ese momento tenía la posibilidad de ser invitado a muchos eventos internacionales muy buenos, entonces pensaba que por qué no se puede hacer un evento de estas características en el país, si no demanda tanto tampoco. Entonces empecé a armarlo en mi cabeza, pero también sabiendo que al ser un evento cultural no puede hacerse de manera privada, persiguiendo el dinero. Si vos vas a forjar tu profesión en base al dinero, vas mal y no vas a llegar a nada, no vas a ser feliz con tu profesión. Por eso pensé que este evento tenía que estar conformado por el Estado. Mientras tanto, yo iba yendo a los eventos y hablando con varias personas de afuera, y ahí me decían que les gustaría visitar un evento así en Argentina. Entonces logré que me dieran bola desde la Secretaría de Cultura de la provincia y así fui conociendo gente. Cuando me dieron cabida se los plantee firme. Obvio que yo era consciente que no se podía depender totalmente del Estado y que el evento lo íbamos a sacar adelante nosotros, y también de que haciendo las cosas bien, se puede hacer un evento que vaya creciendo despacito y que se pueda pagar solo. Nadie tiene que ganar nada. Nosotros lo hacemos por la camiseta. Siempre hemos puesto plata, esa plata se recupera y toda la ganancia va destinada hacia la nueva edición. Se trata de que todos puedan trabajar ahí siguiendo esa idea. Bajo ese lema está conformado Crack Bang Boom.


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