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Devil May Cry, el espadazo demoníaco de Capcom para una recién estrenada PlayStation 2

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 3 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2021

Posiblemente, a día de hoy, hablar de Capcom sea sinónimo de hablar de videojuegos. Títulos como Megaman, Ghost ‘n Goblins, Resident Evil o Dino Crisis llevaron a la empresa a ser una de las más importantes dentro de la industria videojueguil. En este apartado vamos a analizar un producto que, en un primer momento, pasó sin pena ni gloria, pero que a lo largo de los años fue consiguiendo una cantidad de fanáticos considerablemente alta como para ser considerado un juego de culto. Estamos hablando del único e incomparable Devil May Cry.



Originalmente desarrollado como la cuarta entrega principal de Resident Evil, el diametralmente opuesto enfoque jugable llevó a la compañía a cambiar por completo la historia del título y sus personajes, derivando en un juego totalmente nuevo que, para ese entonces, contaba con muy pocos precedentes.


Devil May Cry salió a la venta en octubre del año 2001 como un exclusivo para PlayStation 2, y presentaba un estilo de juego no tan visto hasta ese momento, que más tarde God of War se encargaría de popularizar y dar a conocer como el subgénero de acción en tercera persona denominado Hack ‘n Slash. Era un juegazo frenético por donde se lo mire, repleto de acción machacabotones como pocos y con un sistema de combos tan amplio como complicado que llevaban los niveles de violencia hasta límites insospechados, pudiendo masacrar a los enemigos y luego elevarlos para mutilarlos en el aire.



La trama del juego se centra en Dante, un hibrido entre humano y demonio que lleva un negocio de cazador de demonios a sueldo. En un determinado momento, una mujer llamada Trish irrumpe en su despacho buscando al hijo de Sparda, un guerrero del infierno que 2000 años atrás se puso del lado de los humanos para defender la tierra del inminente ataque que se estaba gestando en el inframundo. Dante se presenta como su hijo, y Trish le confiesa que Mundus, el demonio que asesinó a Sparda y al resto de la familia de Dante, está consiguiendo seguidores y, por ende, poder para escapar de su confinamiento. Mundus era un demonio extremadamente peligroso, que fue capaz de destronar a Lucifer del mismísimo infierno y buscó hacer sucumbir a la humanidad en la locura.


Dante no se lo piensa dos veces y acompaña a Trish hacia Mallet, una isla con fuerte actividad demoníaca la cual está siendo utilizada para conseguir la energía necesaria para abrir un portal que conecte el infierno con el mundo humano para así traer a Mundus de vuelta al plano terrenal. Por motivos que acá no vale la pena mencionar para no arruinar la trama del juego, Trish desaparece ni bien llegan, y Dante deberá investigar todo el lugar y abrirse paso a través de interminables hordas de demonios infernales para evitar el despertar de Mundus.



La jugabilidad estaba estructurada en misiones con objetivos específicos. Dependiendo del daño recibido durante la misión, la cantidad de enemigos derrotados o los combos utilizados, se calificaba al jugador en un rango que iba desde la A hasta la D, siendo imprecindible conseguir calificaciones altas para desbloquear trajes, armas y movimientos.


Las armas de las que Dante dispone a lo largo de la aventura son varias y se dividen en dos grupos, primarias y secundarias. El arma primaria es principalmente Alastor, la espada con la que contamos a lo largo de todo el juego. Las secundarias son las armas de fuego, que van desde pistolas, escopetas y lanzagranadas hasta armas de origen demoníaco totalmente devastadoras que podían irse desbloqueando conforme se avanzaba.



A lo largo y ancho de los escenarios se podían encontrar ciertos ítems que servían para diversos propósitos. Los más comunes eran las gemas, que se dividían en 5 colores diferentes. Las gemas rojas servían para abrir puertas, mejorar las habilidades de Dante o comprar otros ítems. Las gemas amarillas permitían revivir al jugador si moría en combate. Las gemas violetas recargaban la barra demonio que le permitía a Dante usar sus habilidades especiales. Las gemas verdes recuperaban la salud del personaje y las azules incrementaban la barra de vida considerablemente.


Pero si hablamos de variedad, las armas no eran el atractivo principal. Como enemigos podíamos encontrarnos a marionetas, demonios con cuchillas en llamas, fantasmas con guadañas, sombras de lobos sin cuerpo físico, moscas antropomórficas de gran tamaño, arañas gigantes y desproporcionadas, reptiles con garras que además les servían de escudo, iguanas de hielo, calaveras demoníacas, vampiros eléctricos que se manifestaban tanto en su forma humana como animal, además de una mezcla extraña entre humanos y animales carnívoros totalmente asquerosos y aterradores.



Más allá de estos seres que el jugador podía encontrarse a lo largo de las misiones, el juego también contaba con 3 jefes, además de Mundus. El primero era Phantom, una araña gigantesca mezclada con ADN de escorpión que lanzaba lava hirviendo. Griffon era un águila todavía más grande cuya estructura ósea estaba totalmente poseída por el averno y su cabeza se componía de cráneos humanos, y Nightmare era una babosa descomunal y deformada cubierta de acero.


Sin duda alguna, un juego completísimo que escupió una franquicia compuesta por 4 secuelas y un reboot fallido, además de novelizaciones y una adaptación al animé sencillamente IMPRESIONANTE. Puede que no sea la saga más popular de Capcom en lo que a ventas se refiere, pero sí podemos decir que Devil May Cry dejó su huella, pisando bastante fuerte.



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