Deconstruyendo narrativamente a Black Panther
- Juani Fissore
- 8 abr 2020
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 2 jul 2021
Por Juan Ignacio Fissore
El relato que elegí para analizar es Black Panther (Ryan Coogler, 2018), película de superhéroes estrenada en febrero del 2018, siendo la decimo octava entrega de la franquicia conocida como Universo Cinematográfico Marvel, adaptando directamente el cómic del mismo nombre, concretamente el primer arco argumental del personaje que se publicó en 13 números durante 1973 y principios de 1974.

La película nos cuenta la historia de T’Challa, príncipe de Wakanda (país ficticio africano), quien debe heredar el trono luego de la muerte de su padre. Wakanda es un país totalmente oculto para el resto del mundo, con un sistema militar que prohíbe la entrada a extranjeros. Esto se debe al impresionante avance tecnológico que alcanzaron luego de que un meteorito cubierto de Vibranium (el metal más duro y preciado del planeta) se estrellara en el lugar siglos atrás. La principal política del país es mantener el Vibranium en el más absoluto secreto, ya que un material tan peligroso en las manos equivocadas podría dar el paso a una tercera guerra mundial.
El cráter generado por el meteorito dio lugar a una vegetación extraña que, según cuenta la leyenda, quien la bebió por primera vez adquirió fuerza, velocidad y reflejos sobrehumanos, siendo adorado y venerado como un rey bajo el título de Pantera Negra. Los siglos fueron pasando junto a las generaciones de este primer rey, y ahora es T’Challa quien debe beber del fruto para ocupar el puesto de su padre. Es así como T’Challa se vuelve el nuevo Pantera Negra y deberá defender a su nación de aquellos terroristas que, por diversos motivos, conocen la existencia del Vibranium y buscarán por todos los medios de conseguirlo.
Para comenzar el análisis, me parece pertinente citar las cinco características del relato establecidas por Metz, y ejemplificarlas con el presente film:
El relato tiene un principio y un final: Esta película cuenta una historia autoconclusiva, que empieza y termina. Si bien, como dijimos anteriormente, está enmarcada dentro de una franquicia más grande en la que sí existe una continuidad entre todas sus entregas, esta película busca contarnos la historia de este personaje y nada más.
Es una secuencia temporal doble: Él relato tiene una duración de 2 horas y 14 minutos, pero narrativamente pasan siglos desde la contextualización del país en el prologo hasta llegar al tiempo presente, y a partir de ahí también transcurren unos meses en el devenir de la trama.
Todo relato es un discurso, ya que necesariamente debe ser narrado por un enunciador: La película fue dirigida por Ryan Coogler, un director reconocido por su política de inclusión en sus productos. Aprovechando el tirón de que la acción transcurre en un país africano, el director se encarga de que el 95% de los personajes sean de raza negra, incluso cuando hay algunos que, en el cómic original, no lo son. Por supuesto que para este punto tenemos que atenernos al contexto histórico que nos atraviesa que no es el mismo (referido al racismo y a la inclusión social) que el que se vivía a principios de los ’70 -cuando esta historia fue publicada en formato papel-. Asimismo, como espectador, adhiero ideológica, política y moralmente al movimiento hollywoodense de integrar cada vez mas la diversidad racial en el cine, por lo que podríamos hablar (parafraseando a Casetti y Di Chio) de que tuve una lectura dominante para con este relato.
Todo relato tiene como consecuencia directa la irrealización de lo narrado: Esta característica queda reflejada en los elementos totalmente fantásticos presentes en la película, además del hecho de que el espectador no está viviendo ni en presente ni en carne propia lo que la trama le está contando. Gaudreault y Jost lo dejan claro al hablar del status temporal de la imagen, argumentando que “lo que se filmó” está siempre en pasado. En presente, lo que en realidad se tiene, es la recepción del espectador.
Un relato es un conjunto de acontecimientos ordenados en una secuencia cerrada: El director busca cerrar el discurso narrativo de la película únicamente a la historia del personaje, amoldando todos los conceptos que se presentan a cerrarse también (Aunque claro, al pertenecer a una franquicia, ciertos elementos serán retomados y utilizados en relatos posteriores, mas no la historia del personaje, que cierra perfectamente en esta misma película).

Retomando un poco las características de la doble temporalidad propuestas por Gaudreault y Jost, podemos decir que la película está narrada cronológicamente, al menos en su mayoría, ya que también está presente el recurso de la analepsis. En efecto, el relato comienza con una contextualización histórica del país, que transcurre siglos antes del, por decirlo así, principio de la historia. Entonces, podríamos estar hablando de una analepsis externa, y luego se da una elipsis directo hacia mediados de la década de los ’80, momento en el que nos encontramos un segundo flashback que funciona como el verdadero principio de la trama.
Este punto es importante remarcarlo, ya que este flashback presenta a T’Chaka, rey de Wakanda y padre de T’Challa, visitando a un hombre aparentemente conocido por él. En este encuentro, T’Chaka le recrimina a esta persona haber traicionado a su país al filtrar información sobre el Vibranium al terrorismo estadounidense, asesinándolo como castigo. Si bien esta escena podría haber funcionado únicamente para dar a entender al espectador como hay gente que conoce la existencia de este material si supuestamente es un secreto, y en efecto lo hace, se nota en ella un cierto aire de misterio al no saber quién es este personaje, que mas adelante va a ser uno de los motores narrativos para hacer avanzar la trama. Este es un ejemplo perfecto del denominado por Escudero Chavuel como “secreto intratextual o intradiegético”, ya que es totalmente externo a la intriga de los personajes y lo ignoran hasta el momento de la revelación, que es cuando el espectador también lo descubre (técnica narrativa denominada por Hitchcock como “sorpresa”).
Hacemos otra elipsis temporal y ahora sí estamos en el presente, y a partir de acá los hechos se narran de manera cronológica exceptuando dos analepsis más, una externa y una interna. La analepsis externa nos muestra la muerte de T’Chaka, que ocurre unos meses antes del tiempo “presente” de la acción. La analepsis interna viene cerca de la mitad del film, y funciona para que entendamos las motivaciones de Kilmonger, el villano de la historia. Hasta este punto, Kilmonger había sido introducido como una persona interesada en la tecnología wakandiana, colaborando con otros terroristas para lograr entrar en el país.
No es hasta el momento de este flashback donde volvemos a ver la escena de T’Chaka y esta persona desconocida pero esta vez la vemos completa, y nos enteramos que esta persona es el hermano del rey y Kilmonger, su sobrino. Así volvemos al presente, después de esta revelación, para conocer la verdadera motivación del villano, reclamar por derecho el trono del rey (ya que la política wakandiana prohíbe la violencia familiar) y abrir las fronteras de Wakanda para vender su tecnología al resto del mundo.
Siguiendo con estos autores, podemos darnos cuenta que la película está enfocada principalmente en el factor sorpresa con una auricularización y ocularización cero (no hay ninguna escena de “ojo-cámara”). Además, cuenta con una focalización totalmente interna que, en su mayoría, se encuentra fija en el protagonista. Todos los hechos importantes de la trama (como, por ejemplo, la verdadera identidad del villano) son revelados al espectador al mismo tiempo que son descubiertos por T’Challa. Solo una escena hace variar la focalización hacia otro personaje, su hermana, en este caso.
La política wakandiana dejaba claro que cualquiera que desafiara al rey en combate y lo venciera sería coronado como nuevo rey, y esto es exactamente lo que hace Kilmonger cuando llega al país. Vence a T’Challa y este cae por una cascada, dándolo prácticamente por muerto. Al cabo de unos 20 minutos de metraje descubrimos que sigue vivo, ya que fue rescatado por una de las tribus que habitan los exteriores del palacio real, y esto se nos revela al mismo tiempo que la hermana del protagonista lo descubre.
Es mas que interesante ver como cobra vida en esta película lo retratado por Gubern como “espacio off”, y es que, como bien dice el autor, los personajes continúan con sus vidas, aunque no estén dentro del encuadre. Esto se ve perfectamente en este film, por medio de sus dos tramas que se van desarrollando de manera paralela, además de la escena mencionada anteriormente, ya que el rescate de T’Challa por parte de la tribu ocurre totalmente fuera de plano.
Por un lado, tenemos al protagonista gobernando Wakanda y enfrentándose al terrorismo extranjero. Por el otro, tenemos al antagonista llevando adelante toda su planificación para invadir “el país de la Pantera”. Estas dos tramas van a ir una al lado de la otra hasta el momento en que confluyen, con la llegada de Kilmonger a Wakanda. Ahora bien, cada vez que se cambia de locación y pasamos de ver a T’Challa para ver a Kilmonger, cuando volvemos a T’Challa este no se encuentra en el mismo lugar que antes, sino que se deja explicito que el tiempo transcurrió igual, aunque no lo hayamos visto, y lo mismo sucede a la inversa.

Este comentario respecto de los cambios de locación para las diferentes subtramas da pie para hablar sobre el montaje y, sobre todo, del ritmo de esta película. Este último varía mucho dependiendo la escena, hay momentos que tienen un ritmo diametralmente opuesto a otros, y eso resulta interesante de analizar. Las escenas de acción son extremadamente frenéticas, con una secuencia encadenada de planos que no llegan a durar más de un segundo cada uno y encuadran perfectamente la dirección de los golpes, prácticamente no hay nada “estático” en las luchas. Estas escenas no dejan tiempo ni para respirar debido a lo rápidas que son, lo que le da un plus a la coreografía de los actores y a la adrenalina que generan.
Mención aparte al impresionante plano secuencia de un par minutos que toma lugar en un casino coreano, el cual contiene (en mi subjetiva opinión) la mejor coreografía de pelea de todo el metraje.
Todo lo contrario ocurre con las escenas más dramáticas cargadas de dialogo denso, que abundan en la película. Tienen un ritmo tremendamente lento, con muy poca variación de planos los cuales se esfuerzan en mostrar las expresiones de los personajes. Curiosamente, estas escenas terminan funcionando muy bien porque buscan apelar a otro tipo de emoción que las de acción, y es que en la película hay mucho mas dialogo lento que movimiento frenético.
Los primeros 45 minutos son puro contexto, tanto el prólogo como la introducción de los personajes se lleva a cabo de una manera exageradamente pausada, ya que el relato se encarga de presentar el funcionamiento político del país en su totalidad, a cada una de las tribus y desarrollarlas. Esto, a pesar de lo que pueda parecer, no aburre en ningún momento. Es una película gigante en escenarios, y que se desarrollen todos no hace más que enriquecer la trama, ya que cada elemento desarrollado posteriormente pasa a tener su importancia dentro de la historia.
A partir de la escena en que T’Challa y compañía se dirigen a Corea del Sur para dar con el paradero de uno de los terroristas interesados en el Vibranium, la película es una montaña rusa total. Las escenas de acción son un no parar ni para pestañear, para luego volver a bajar el ritmo con largas secuencias de dialogo, despúes volver a subirlo con una escena mucho más frenética que la anterior, y así sucesivamente hasta dar con el enfrentamiento final entre T’Challa y Kilmonger que es apoteósico en lo que a velocidad se refiere, pero que supone una contradicción narrativa.
La lucha está montada con planos sumamente rápidos, en los que -por decirlo de alguna manera- en 10 segundos se dieron 40 golpes, y es una escena de batalla de aproximadamente 10 minutos de metraje total. Y a esto me refiero con la contradicción de ritmo/tiempo, ya que tiene una concatenación de planos tan rápida que puede hasta marear al espectador y al mismo tiempo es una escena muy lenta, ya que son 10 minutos en los que la trama no avanza en lo mas mínimo.

Hay que tener en cuenta que la película busca apelar a las emociones del espectador en todo momento, sobre todo en la relación que se espera tener con el villano. Kilmonger está construido de manera tal que el espectador pueda llegar a empatizar con él, a identificarse con él incluso un poco más que el propio protagonista, aunque no esté de acuerdo con los métodos con los que lleva adelante su ideal. Kilmonger es un huérfano, un chico al que le fue arrebatado su padre a manos de su propio tío y nunca se hizo ningún tipo de justicia, sino que, por el contrario, éste era la persona mas respetada y querida del país.
Este enfoque logra que el espectador empatice con él, ya que no tuvo la culpa de las acciones de su padre y por razones ajenas a su voluntad quedó sin familia y en la calle, teniendo que recurrir al crimen para conseguir algo para comer. El resentimiento es palpable y nosotros podemos entenderlo, y esa es principalmente la emoción que se busca transmitir, empatía por el villano.
Obviamente no es la única, y es que, a diferencia de los cómics, los recursos cinematográficos de movimiento generan adrenalina en cada secuencia de pelea y asombro en por el avance tecnológico del país. Esto queda reflejado en el medio que está relatando esta historia, ya que en el cómic (siendo prácticamente el mismo relato) Wakanda no se ve tan espectacular. Si mantienen un avance tecnológico significativo respecto del resto del mundo, pero la manera de representar al país en lápiz y papel no deja de verse como un palacio real. En la película se aprovecha al máximo el recurso de la escenografía mezclada con efectos especiales que hacen que Wakanda sea realmente una delicia visual (no por nada ganó un Oscar al mejor diseño de producción).
Lo mismo sucede con las escenas de acción, que transmiten una sensación de adrenalina muy grande gracias a la velocidad de los movimientos y los cortes tan rápidos de planos, algo que en el cómic es imposible de lograr porque, por mas cantidad de viñetas que se agreguen y más sensación de movimiento que se les dé a los personajes, no dejan de ser dibujos estáticos y el lector disfruta con detenerse en cada viñeta y admirar el arte, ralentizando inevitablemente la secuencia.
Estas escenas y, a su vez, las emociones que provocan, pueden verse reflejadas en el articulo de Altman sobre el papel que desempeñan los géneros en el proceso espectatorial, ya que el autor afirma que el espectador disfruta de estas emociones en el cine (o en cualquier otro medio que transmita un relato) porque no puede hacerlo en su vida pública y/o privada.
La satisfacción de ver caer a los terroristas dispuestos a conseguir el Vibranium, por citar un ejemplo, junto a la violencia que desprenden estas escenas, satisfacen ciertas necesidades naturales del ser humano que van totalmente en contra de la institución social como sinónimo de ley y cultura. Disfrutar con el sufrimiento ajeno, sean cuales fueran los motivos de éste, es totalmente contracultural en el “vivir en sociedad” y la única forma de satisfacer esas necesidades es mediante un relato, ya que el espectador no forma parte del mismo.
Venimos hablando de las escenas de acción presentes en el film, y esto es importante porque hay que tener presente, ante todo, que estamos hablando de una película de superhéroes. En esta entrega se mantienen todas las leyes que rigen este género (la crítica especializada ya lo considera un género como tal, aunque yo más bien lo coloco como un subgénero hibrido entre acción y aventura), así como su formula que lo llevó al éxito.
Ésta última podría resumirse, a mi entender, de la siguiente manera: Acción y aventura predominante suavizada con un leve toque de comedia que se desarrolla mediante una estructura lineal, siguiendo un patrón muy al estilo A-B-C, siendo A el nacimiento del héroe (T’Challa es coronado rey), B la caída del héroe (Kilmonger derrota a T’Challa en combate y lo derroca de su puesto) y C el ascenso del héroe (T’Challa vence por fin a Kilmonger y emerge como el nuevo Pantera Negra).
En este sentido, y a pesar de repetir exactamente la misma estructura que tienen todas las películas de este estilo, cada título logra variar lo suficiente como para no sentirlo “más de lo mismo” y lograr mantener vivo un género que existe desde hace más de 40 años y nunca se desinfló, generando ganancias exorbitantes para las productoras cinematográficas. Esto queda reflejado en esta película también, que logró recaudar aproximadamente 1 billón 400 mil dólares, un verdadero exitazo de taquilla que deja claro que el público busca seguir consumiendo este género, que es el motor principal por el cual se siguen realizando estas películas.

A pesar de lo que pueda parecer, el film no busca variar y separarse del resto de cintas del género específicamente con el tema de la inclusión de la raza negra en una historia de superhéroes, porque este tópico ya se vio anteriormente primero en Luke Cage (Cheo Hodari Coker, 2016-2018), serie de TV perteneciente a esta misma franquicia y luego en Black Lightning (Salim Akil, 2018-presente), serie de TV perteneciente a DC Cómics. En este caso particular, se nos presenta un relato superheroico acentuadamente político que tiene como atractivo principal la monarquía de un gobernante que se vuelve un héroe para defender a su país.
Ahora bien, como se dijo en un principio, esta es una película que puede disfrutarse perfectamente por sí sola, pero que a su vez forma parte de una franquicia mucho mas grande que expande su relato. El personaje ya había sido introducido al público en Captain America: Civil War (Anthony & Joe Russo, 2016), tercera entrega del Capitán América y décimo tercera dentro de la franquicia general. Es en este film donde se nos muestra la muerte de T’Chaka, y la determinación de T’Challa por heredar el trono. ¿Quiere decir esto que es necesario haber visto esta película antes de Black Panther? No, en absoluto.
Black Panther nos cuenta la historia individual de este personaje, y no toca absolutamente nada del conflicto que acontece en la película de los hermanos Russo. Como si esto fuera poco, la muerte de T’Chaka se nos vuelve a contar mediante un flashback que recrea la escena mencionada anteriormente, y se entiende perfectamente ya que se menciona que murió “en un accidente”. No hace falta saber el contexto en el que esto sucede, porque queda perfectamente claro sin cruzarse con la trama del otro film.
La historia sigue expandiéndose por fuera del cine, por lo que ya podemos hablar del Universo Cinematográfico Marvel como un proyecto transmediatico. Marvel se caracteriza por lanzar cómics que funcionan a modo de precuela de todas sus películas, y Pantera Negra no fue la excepción. En junio del año pasado se puso a la venta Marvel's Black Panther Prelude, una historia de 4 números que se centra principalmente en la relación de T’Challa y su padre, ubicada unos 10 años antes de la película. Este cómic también puede leerse de manera independiente, ya que, si bien su objetivo es expandir el relato del film, se centra únicamente en la relación padre-hijo del protagonista y el antiguo rey de Wakanda, sin tocar ningún elemento desarrollado en la película.
El relato cinematográfico finaliza con T’Challa comprendiendo la importancia del Vibranium y como éste podría ayudar en el desarrollo tecnológico, cultural y socio-económico del resto del mundo, por lo que decide abrir las fronteras de Wakanda de una vez por todas y dar a conocer el elemento con el objetivo de utilizarlo para fines benévolos.
Este concepto también se expande en Agents of S.H.I.E.L.D. (Joss Whedon, 2013-presente), serie de TV perteneciente a esta franquicia. Durante la quinta temporada (que se corresponde con el estreno de la película), la organización protagonista es acusada de traición (por motivos que atañen a la propia trama de la serie) por parte del gobierno estadounidense y es perseguida con el objetivo de ser ejecutada. En este momento aparece Ruby, un nuevo personaje que utiliza armas mejoradas tecnológicamente a base de Vibranium, revelando que el plan pacifista de T’Challa no salió como se esperaba.
Asimismo, también pueden verse como productos independientes ya que la trama de este arco argumental de la serie es posterior al cierre de la película, además que en la ficción televisiva nunca confirman específicamente que se trata de Vibranium, ya que el relato busca que el espectador reconozca este material visualmente, por lo que si no se vio el film con anterioridad tampoco se pierde nada, ya que puede tomarse como una nueva tecnología desarrollada por el gobierno estadounidense para dar caza a la organización S.H.I.E.L.D., y poco más.
Son estas referencias y cruces con diferentes relatos -tanto anteriores como posteriores- lo que hacen al Universo Cinematográfico Marvel funcionar como un todo, sin que por eso se pierda la autonomía de cada una de sus partes.

Con todo esto en mente y usando esta película como ejemplo, podemos dilucidar la especificidad compleja propia de las narrativas mediáticas, ya que todos estos factores mencionados anteriormente (género, tecnologías y características propias del soporte mediático, valores subjetivos propios del emisor que buscan enmarcarse en el imaginario social del público receptor, las propias capacidades de recepción/interpretación que estos generen de la propuesta de sentido que se les presenta, etc.) deben confluir y funcionar simultáneamente para poder generar un relato. Si bien, dependiendo el caso, algunos factores pueden tener mas importancia que otros al momento de narrar una historia, es necesario que todos funcionen en conjunto. De ahí la noción de la “especificidad compleja” de las narrativas mediáticas.
Para finalizar, me gustaría remarcar que todo este análisis radica en mi propia interpretación de la película, lo que no significa que tenga que ser la misma que puedan llegar a tener todos los espectadores. La propuesta de sentido del director tampoco tiene porqué tener el mismo significado de lo que yo interpreté de ella.
Dicho esto, me pareció atrapante de principio a fin. Una película excelente.
BIBLIOGRAFÍA
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GAUDREAULT, A. y JOST, F.: “Introducción”, “Temporalidad narrativa y cine” y “El punto de vista” en El relato cinematográfico. Barcelona, Paidós, 1995
AMIEL, Vincent: “Poética del montaje” en GARDIES, René (comp.): Comprender el cine y las imágenes. Buenos Aires, La marca editora, 2014
GUBERN, Roman: “La representación iconocinética I: la imagen cinematográfica” en La mirada opulenta. La exploración de iconósfera contemporánea. Barcelona, Gustavo Gili, 1992
KRACAUER, Siegfried: ”La reafirmación de la existencia física” en Teoría del cine. Barcelona, Paidós, 1996 (1960)
MARION, Philippe: “La emotividad televisiva” en VEYRAT-MASSON, I. y DAYAN, Daniel (comps.): Espacios públicos en imágenes. Barcelona, Gedisa, 1997
CASETTI, Francesco y di CHIO, Federico: “Estudios culturales” en Análisis de la televisión. Barcelona, Paidós, 1999
ALTMAN, Rick: “¿De dónde vienen los géneros?” y “¿Qué papel desempeñan los géneros en el proceso espectatorial?” en Los géneros cinematográficos. Barcelona, Paidós, 2000
BISELLI, Rubén: “El relato mediático como especificidad compleja” en Cátedra “Narrativas Mediáticas”: Publicaciones. Rosario, 2014
JENKINS, Henry: “En busca del unicornio de papel” en Convergence Culture (selección). Barcelona, Paidós, 2008
CUADRADO, Alfonso: “Series de TV y videojuegos: la poética de la serialidad en la forma lúdica” en: J. SÁNCHEZ-NAVARRO, A. PLANELLS, V. NAVARRO y D. ARANDA (coords) «Juego digital II», 2016.
ESCUDERO CHAUVEL, Lucrecia: “El secreto como motor narrativo” en VERÓN, Eliseo y ESCUDERO CHAUVEL, Lucrecia Comps.: Telenovela. Ficción popular y mutaciones culturales. Barcelona, Gedisa, 1997
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