Drácula, primer paso de un movimiento que cambiaría la forma de hacer cine
- Juani Fissore
- 16 dic 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 31 may 2021
El cine tiene más de 100 años de historia, y no es de extrañar que, a día de hoy, no se le dé demasiada relevancia a títulos clásicos, sobre todo por la audiencia más joven. Desde la producción de Frikiteca, somos todo lo contrario. Valoramos al cine por lo que significó, por su impacto y su contexto a nivel histórico.
Por este mismo motivo, en esta serie de artículos vamos a repasar una franquicia que supo marcar un antes y un después en lo que a cine de terror se refiere. Estoy hablando, por supuesto, de Universal y su Dark Universe, el primer universo cinematográfico de la historia del cine.
Como no podía ser de otra manera, vamos a comenzar por el principio, por la primera película en estrenar bajo este sello y, ya que estamos, una de las mejores.

Universal Pictures, a finales de la década de los ‘20, ascendió a CEO a un joven entusiasta que apostó por revolucionar la industria mediante una idea peligrosa, tan ambiciosa como increíble. Una línea de películas que adapte aquellas clásicas novelas de terror que tanto éxito en ventas habían supuesto a finales del siglo anterior y, mediante algunas referencias puntuales, que se vayan interconectando entre sí.
Finalmente, el joven productor Carl Laemmle Jr. tuvo la posibilidad de desarrollar el proyecto que tanto deseaba pero que no contaba con el apoyo de su padre ni del resto de los directivos de la compañía. Esto supuso un gran freno, ya que el estudio apostaba fundamentalmente por dramas y comedias, y temían un fracaso económico debido a que les parecía extraño que la gente pague una entrada al cine para asustarse. Sin embargo, y a regañadientes, Carl Leammle Jr. recibió luz verde para realizar la adaptación de Drácula, una novela de Bram Stoker publicada en 1897.
Junior deseaba adaptar a Drácula en una propuesta que no tuviera guiños cómicos o subtramas románticas, sino que se concentrara en los elementos más intensos de la novela original. En 1930, uno de los espectáculos más taquilleros de Broadway era la adaptación teatral de la obra de Stoker, que desde 1927 protagonizaba un actor húngaro llamado Bela Lugosi.
Aunque Laemmle Jr. había adquirido los derechos de la novela original para llevarla al cine, su padre decidió que lo más conveniente era basar la película en la obra de teatro, que atenuaba los contenidos de la fuente literaria. Esta decisión se debió a que los directivos de Universal le tenían literalmente pánico a Drácula, ya que consideraban que era un riesgo comercial enorme.
El público norteamericano no estaba acostumbrado a ver esta clase de historias y hasta ese momento el género había llegado a las salas bastante diluido con tintes humorísticos y bastante suavizado en violencia. La película que planteaba Junior era demasiado oscura y estaban convencidos que resultaría muy negativamente para la economía de la empresa. Esta cuestión explicaría la estresante experiencia que viviría el joven productor durante el desarrollo de Drácula.
Su padre delegó la dirección en Todd Browning, un experimentado realizador del cine mudo que en ese momento atravesaba una crisis profesional. Browning estaba convencido que el cine había muerto con la llegada del sonido y se comprometió con este proyecto por necesidad financiera.
Laemmle Jr. quería para el rol principal a Paul Muni, quien luego se haría muy popular por su labor en Scarface, pero Bela Lugosi hizo todo lo posible para que los productores de Universal le dieran el rol a él. Aunque su acento húngaro era un problema, los realizadores decidieron darle el papel por una simple razón. Lugosi estaba dispuesto a ganar mucho menos dinero que el resto de los actores y eso generó que se convirtiera en el vampiro de Stoker.

Si bien su padre manejaba la chequera del estudio y tenía la última palabra a la hora de tomar decisiones importantes, el joven Laemmle tuvo unos cuantos aciertos en este proyecto. Uno de ellos fue delegar la fotografía al alemán Karl Freund, un pionero de este campo en el cine, que había sido responsable de la iluminación de Metrópolis (1927).
Junto con los extraordinarios escenarios creados por Charles D.Hall, esta primera adaptación de Drácula supo capturar a la perfección la estética del expresionismo alemán que Laemmle Jr. buscaba darle al film, una característica que se convertiría en la gran cualidad de esta producción y los filmes posteriores del Dark Universe.
Es justo destacar que el verdadero director de Drácula en realidad fue Karl Freund, ya que a Todd Browning le costaba muchísimo adaptarse a la dirección de cine sonoro. Por esa razón delegó la realización de la mayoría de las escenas en Freund, quien nunca recibió los créditos correspondientes.
La trama nos pone en la piel de Renfield, interpretado por Dwight Frye, un agente de bienes raíces que viaja a Transilvania a cerrar un trato con el Conde Drácula, quien buscaba comprar una propiedad en Estados Unidos. Por supuesto, este negocio no sale de la forma esperada, ya que Drácula es un vampiro cuyas intenciones son mucho más oscuras que simplemente mudarse de continente.
Acá podemos apreciar diferencias enormes con la obra de Stoker, algunas incluso innecesarias. En la novela, el protagonista es Jonathan Harker, mientras que Renfield es un desequilibrado mental internado es un hospital psiquiátrico a cargo de uno de los personajes secundarios del libro, que ni fú ni fá en esta adaptación. Mientras tanto, Jonathan Harker acá aparece como la pareja de Mina, exactamente igual que la novela, solo que no es agente de bienes raíces y nunca se aclara a qué se dedica, ni tampoco se le da mucho desarrollo a su personaje.
Lo más destacado, subjetivamente hablando, es el personaje del Dr. Van Helsing y su enfrentamiento con Drácula en el final de la historia, siendo recordado como uno de los primeros enfrentamientos entre héroe/villano de la historia del cine.
Al ver esta película se percibe claramente en las interpretaciones del reparto el estilo de sobreactuación que demandaba el cine mudo, una característica que correspondía al estilo de dirección de Browning. Drácula no seguía el argumento de Stoker pero fue una película muy importante al presentar la imagen del personaje vampírico por excelencia que se impondría como un icono atemporal en la cultura popular.
Este film estableció por primera vez el concepto del vampiro seductor, que se contraponía con la criatura horripilante que presentaba la novela de Stoker y el film Nosferatu de Robert Wiene. La famosa capa del villano y su transformación en murciélago también nacieron con esta producción, elementos inexistentes en la obra literaria.

Drácula es una película muy lenta, con una narración que transmite la sensación de ver una obra de teatro filmada, algo que se relaciona con las limitaciones que tuvo el presupuesto. Los efectos especiales se concentraban en el uso de humo para crear niebla y murciélagos de plástico sostenidos por cables.
Debido a que en 1931 todavía había limitaciones para incorporar a las cintas una banda sonora, la película no tenía música, algo que atentaba contra el suspenso de la historia. Sin embargo, la estética del expresionismo alemán sumado a la carismática presencia de Lugosi fueron elementos más que suficientes para cautivar al público.
A pesar de dichas limitaciones, Drácula cuenta con varios momentos que están muy bien logrados. Todas las escenas en el castillo son tremendas, y consiguen crear atmósferas muy terroríficas para ese momento, sobre todo en la escena en la que aparecen las tenebrosas esposas del villano.

En Universal no le tenían ninguna fe a esta producción y los directivos del estudio entraron en pánico cuando horas después del estreno, el 12 de febrero de 1931, los diarios empezaron a reportar que la gente se desmayaba en los cines impactada por las acciones de Drácula.
El público no estaba acostumbrado a ver propuestas de este estilo y Bela Lugosi logró impresionar a los espectadores con un papel que lo llevaría al estrellato de Hollywood. En su lecho de muerte, el actor pidió ser enterrado en el ataúd y vestido con la capa que utilizó en esta película, y con eso decimos todo.

Contra todos los pronósticos, Drácula agotó las entradas de todas sus funciones y en apenas 48 horas recaudó 700 mil dólares, una cifra récord en ese momento. La película se convirtió en el estreno más exitoso en la historia de Universal y nada volvió a ser lo mismo en Hollywood.
Después de semejante suceso, el Dark Universe se puso en marcha y no había forma de detener el avance del género de terror, no solo en la compañía, sino en la industria del cine en general.
Tendrían que pasar 5 largos años y varios otros personajes exitosos de la franquicia para que podamos ver una secuela, y es que, aparentemente, Drácula tenía una hija de la que no sabíamos nada...
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