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Aquellos maravillosos 80’s. Colores, luces, música y superhéroes: Wonder Woman 1984

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 15 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2021

¡El Universo Extendido de DC sigue expandiéndose! Bueno, creo que es al revés, porque vamos para atrás, pero todo sea por una buena causa. En este caso, nos vamos a adentrar en la deliciosa década de los ’80 con uno de los personajes favoritos de quien escribe. Si, ya lo pueden ir adivinando, vamos a hablar de Wonder Woman 1984.


Estamos ante una secuela extraña, bastante diferente a lo que estamos acostumbrados en este tipo de cine y, si bien dividió a la audiencia fuertemente, a mí me encantó y la voy a defender a capa y espada. Empecemos.



Me parece justo tildar de diferente a esta secuela porque no estamos hablando de una continuación directa de la película anterior, sino más bien de un episodio aislado de la heroína por excelencia que no parece tener mucha repercusión en los eventos futuros. ¿Una película de relleno? Tal vez.


La trama es simplona, pero efectiva. Resulta que Diana Prince se ocultó completamente del mundo después del final de la guerra y vive bastante deprimida, sin poder superar la muerte de Steve Trevor, pese a que ya pasaron casi 80 años desde ese momento.


La cuestión es que entra en juego una piedra mágica capaz de cumplir deseos a cambio de sacarte algo personal (principio básico de alquimia, digamos). Por supuesto, todo esto comienza como una leyenda hasta que, en efecto, ciertos deseos comienzan a hacerse realidad. Por ejemplo, tenemos la reaparición de Steve.


¿Cómo se supone que debería sentirse una persona que no hace otra cosa más que extrañar al amor de su vida durante tanto tiempo y de repente lo tiene de frente a sus ojos? No es tan loco suponer, que esta película no va de oscuridad, sino todo lo contrario.



La película busca que el espectador empatice, y sienta ternura hacia la inocencia y fragilidad de Diana, pese a que normalmente se la vea como una mujer prácticamente invencible. Es una historia que explora el lado más humano y emocional del tercer pilar de la trinidad de DC.


Es una propuesta que tiene mucha luz, mucha alegría y un montón de colores, lo cual puede contrastar bastante con la imagen que solemos tener del Universo DC. Podríamos decir, sin riesgo a equivocarnos, que estamos ante una comedia romántica con superhéroes.


Esto me parece importante aclararlo porque no nos vamos a encontrar con escenas típicas de batallas espectaculares y explosiones. Esta película muestra otra cosa, tiene otro enfoque y, para mí, funciona muy bien.


La construcción de los personajes está muy bien llevada, tanto que me pareció superior al resto de películas de este universo (aunque, como película en su conjunto, no llegue a ese puesto). Estamos hablando de un ritmo lento, con mucho dialogo y situaciones de evolución. Diana pasa por un montón de estados diferentes que llevan a un mismo objetivo: crecer. Creo que este es el mensaje más fuerte de toda la trama.



El resto también está muy bien, desde Bárbara Minerva y su progresiva transformación en Cheetah hasta la megalomanía exacerbada de Maxwell Lord, aportan muchísimo a todo el conjunto de la historia. Todos los personajes están muy bien desarrollados y hacen que la película se sienta completa.


Por supuesto, una mención aparte a Maxwell Lord y al excelente trabajo de Pedro Pascal, que construye a uno de los mejores villanos de todo el Universo Extendido y deja una interpretación alucinante y digna de recordar. Ojalá volvamos a ver algo más de este personaje. Sin duda, sus escenas son lo mejor de todo el metraje.



Ahora, volcándonos más hacia lo técnico, tengo que destacar algunos aspectos de esta cinta. Si nos remitimos al nombre, vamos a ver que lleva por subtítulo “1984”, que es, en efecto, el año en el que transcurre la historia. Pero si nos adentramos más allá, y la miramos como de época, podríamos hasta confundirla con una película estrenada ese año.


Sí, esto no es exageración. Todo el apartado visual, los planos, los movimientos de cámara, los efectos especiales, el vestuario, las interpretaciones, la MÚSICA (un acierto gigante), todo irradia un aire ochentero bellísimo que, quienes disfrutamos del cine de esta época, no podemos más que levantarnos de la butaca y aplaudir.


Hay ciertos aspectos que también podríamos tachar de discutibles, o no, dependiendo como lo miremos. Durante el metraje presenciamos ciertas situaciones que contradicen o generan huecos argumentales con lo visto del personaje en Batman V Superman o el recientemente estrenado #SnyderCut, lo cual nos hace pensar que, de a poco, Warner Brothers y DC se van alejando de la visión original del director de Man of Steel.



Sea como sea, es una película hermosa, dulce y tierna que representa todo lo que realmente es este personaje en las historietas: luz, amor y esperanza. Puede que muchas personas la encuentren melosa y hasta cursi, lo cual es perfectamente entendible, sobre todo si venimos de ver a este personaje participar de la Primera Guerra Mundial, pero creo que, quienes conocen a la Mujer Maravilla de las viñetas más ochenteras, y saben leer entre líneas, encontrarán mucho de Alex Ross y George Pérez en las más de dos horas de duración que tiene.


Para este servidor, una verdadera delicia.



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