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Raya y el último dragón, mucho más que una película de “dibujitos”

  • Foto del escritor: Juani Fissore
    Juani Fissore
  • 22 jun 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 30 jun 2021

En los comienzos del cine animado, hubo muchas películas que se crearon buscando “enganchar” al público infantil, pero, en realidad, eran adaptaciones suavizadas de relatos y cuentos mucho más terroríficos (literalmente).


Existe, en el pensamiento colectivo, la creencia de que las películas animadas sólo buscan entretener, que son historias creadas para hacer divertir a los más pequeños, soslayando los mensajes “ocultos” que buscan dar. Hay que considerar que estas películas entran en la categoría de “aptas para todo público”, lo que va a condicionar y aumentar la reflexión, según la edad que sea vista.


La última película de Donn Hall, ganador de un premio Óscar a “Mejor Película Animada” por Grandes héroes, Raya y el último dragón se estrenó el pasado 5 de marzo de este año y nos demuestra, una vez más, que estas películas pueden tener un mensaje profundo que nos llegue al corazón y nos deje pensando en ello.



Raya y el último dragón es una historia sumamente interesante para ver, por una serie de factores que la enriquecen. Una de ellas es la trama; una muchacha llamada Raya, que debe sortear varios obstáculos para recuperar su vida y la de otros personajes que se van a sumar a lo largo de la peli. En este camino que debe emprender, busca crecer y sanar viejas heridas. Y, sobre todo, recuperar la capacidad de confiar en los demás.


La confianza va a ser uno de los puntos más importantes que va a tocar la película.


El segundo factor que la enriquece es la animación. La película se basa y está ambientada en la cultura asiática, más precisamente, en el sudeste del continente. Existen varias consideraciones que se tuvieron en cuenta para realizar una adecuada adaptación. Una de ellas fue estudiar las costumbres y tradiciones culturales de esas regiones; y la otra, vinculada a los dibujos excelentemente logrados de los personajes.



Sin dudas, otro factor importante que ayuda a enriquecer la película fue la banda sonora. Se combinaron sonidos propios de la música oriental, instrumentos de viento y de percusión, coros que armonizan la melodía, y que logran conjugarse perfectamente con los distintos ritmos que tiene la película, generando alegría, suspenso, temor, ternura y muchas más emociones que van a vivenciar aquellas personas que la vean.


El bonus track de esta película es el humor que maneja y que, a pesar de ser una historia profunda, no se sale del libreto, sino que funciona para relajar y dar entrada a momentos que son importantes en la trama narrativa, teniendo una función de “enganche” entre las partes de la película.



Es una película para disfrutar, para distenderse, pero que igualmente va a provocar, en el final de la historia, una reflexión; lo que va a enriquecer un punto muy importante, que es el emocional y que va a coincidir con el mensaje que busca dar.


Una peli para ver y para recomendar...



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